Me naces de la noche, forma de luz exacta. Tus cejas irrumpen mi camino y yo me rindo como quien se cuela por primera vez en la privacidad del mar, y se inunda, y se mece, y se hipnotiza.
Desprende mi hoja del árbol seco, acartonado, y con tu soplo de marea impulsame a tu lugar, a esa inmensidad cubierta de aliento dulce y chispitas cristalinas; floreceme con tu agua de sal, sedúceme con tu arena y escondeme ahí donde solo tu sepas.
No pretendo esperarme a encontrarnos en alguna de tus siete vidas, tengo desde hace tiempo el rico antojo de reanudar mi vida. Víveme desde hoy de entre mis sueños, exísteme...