miércoles, 13 de febrero de 2013

Si Valentín...


Dichosos los que abusan de éste día  para gastar y dejarse desgastar a ratitos; que abrazan, apretujan, besuquean, apapachan, restriegan y se tiñen la lengua de rojo y chocolate, dichosos sean un día.
Si Valentín viviera se riera de ser el pretexto a tal ultraje del amor. En el super ni se puede andar, en la calle no se puede comer,  los vendedores de globos tantito más y se elevan, y los de las rosas tipo "Mujer con alcatraces" de Rivera…  ¿Qué no sabe usted que ni con aspirinas las rosas viven más de tres días?.  
Hay cositas que no cuestan como la luna y las estrellas, por más regaladas que estén nunca dejarán de ser el obsequio más hermoso, utópico y único, no se olvide de que cada cara le pertenece a cada cual; abrazos, besitos y preservativos de 3 x 50 (si no para noviembre le sale más caro el caldo que las albóndigas). Cartitas de corazonsitos, mensajitos sopresa, piojito para que se duerma, vales de sonrisas garantizadas…
Además, ¿Qué le festeja a ese Cupido?, tan sabroso que es echarle la culpa de todos los malos tinos. Con sus infinitas equivocaciones deberían de ponerle hilo de fácil uso integrado a cada flecha que lanza, por aquello de las desemparejadas.
No es momento de hablar aquí de lo que el amor significa, sino de en qué cosa lo hemos convertido: objeto de fácil uso, de sencilla posesión, de palabras sin trasfondo, de manejo desinteresado. Si el amor son corazones rojos empolvados entonces no lo quiero, prefiero las lunas agridulces las 24x7, las florecitas arrancadas del jardín de la vecina, las camas destendidas, la cocina para dos, la felicidad ingobernable, las distancias acortadas… entonces sí, Valentín sería la causa de nada y el resultado (infinito quisiera) de todo.