Me remite por que quiero, por libre antojo, por bruja egoísta, por que poseo la convicción firme de que la mente amarra y mantiene cerca, que el recuerdo es vida cuando se reconstruye desde el alma y esquiva cualquiera de tus -ya probados- métodos de escape.
Si no tiene principio ¿porqué habría de aceptar el fin? Si los deseos me fluyen desde lo más recóndito del ser, volar, cimentarme, obsequiarle realidad, coexistir, convertirme en tu más bendito súcubo ... Quién suelta qué hasta dónde. Por qué.
*Te escribo desde la raíz de mayo, de donde fueron colgando apresuradas almendras amargas. Porque a saber (sí que lo sabes): partiendo de tus estrellas de octubre, desde la grada blanca, la Fridita abandonada, o tu besito empapado de sonrisas, éstas letras no serían.
Puntos suspensivos.
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