viernes, 9 de septiembre de 2011

"Me saliste más cabrón que bonito"


En campaña, los candidatos nos saturan de promesas y proyectos por cumplir, se muestran a si mismos como parte de nosotros simples mortales y nos exponen abiertamente sus ideales de cambio y revolución; pero ¿Será acaso que nuestros políticos sufren algún tipo de amnesia al tomar su cargo?

Tomemos el ejemplo simple de Juan Vargas en “La ley de Herodes”, quien en un principio propugnaba sus ideales revolucionarios, defendiendo el lema de Miguel Alemán “modernidad y justicia social” y se rehusaba a formar parte de una corrupción enmarañada y meticulosamente formada mucho antes de su llegada al poder. Pero al darse cuenta que el sistema funciona de tal forma -si no las cosas no circulan- y que “el que no tranza no avanza” comienza a integrarse al procedimiento habitual de la Ley de Herodes; tiempo después se deja llevar y rompe todo limite de esa “corrupción controlada” para obtener beneficios para si mismo y dejando de lado y pisoteando a la sociedad, la iglesia y hasta al mismo gobierno. ¿Será entonces que un corrupto nace o se hace?, es decir, ¿se puede culpar a esa ambición natural que todo ser humano poseemos o el individuo se ve en la penosa necesidad de tener que adaptarse obligadamente a éste círculo para no quedar fuera?. La pregunta se queda al aire, porque hay siempre de todo un poco: aquel que corrompe el poder y aquel que se queda “flojito y cooperando”.

Por mi parte no meto las manos al fuego por nadie en esta permanencia de añales de la politica mexicana; un individuo es libre de hacer lo que quiera, como digo siempre : “cada quien sus nalgas”, pero que no la chinguen y se quieran cagar arriba de todos nosotros.

Habrá que esperar con mucha fe y excesiva esperanza a aquel gobernante que se prive de las pasiones humanas y se mantenga firme ante cualquier situación que quiera desguanzarlo, en beneficio de nuestra sociedad.

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