Tengo antojo de escribir mis palabras favoritas, armar una oración que, letra a letra, las conjugue todas: "estoicismo", "magenta", "alma", "maracuyá", "empoderamiento", "tú"; que describa de manera simple el gusto de una joven de 22 años en éstos tiempos modernos, para en el futuro -con suerte- ser leída por algún extraño desinteresado, salvándome así del común denominador vacío y superficial.
Te preguntarás qué de profundo tiene "magenta"; bueno, no es lo tangible de lo que hablo, sino la representación que encierra. Como el día en que creí haber encontrado el amor de mi vida porque aquel niño secundariano conocía las tonalidades exactas de las siete letras.
No es algo tan profundo, a veces me gusta la sílaba tónica, o mi voz chillona tratando de aportarle dureza a la palabra, otras es sólo por el acento abusivo que se derriba sobre las "a" y lo bien que congenian unas letras con otras; te lo digo, se trata de cosas simples pero trascendentes.
¿Imaginas elegir dentro de la inmensidad del lenguaje apenas un conjunto que deberás usar el resto de tu vida para referirte a todo? suena abusivo, pero es la realidad para aquellos que no se molestan en desbaratar un texto. En cuanto a los demás, bueno, a mi me encantaría que todo partiera de tú; al final de los tiempos ninguna historia se habría trazado con tanta sensatez, pues inherente (otra de mis favoritas) estarías abarcando todas mis realidades. Sí, realidades.
domingo, 8 de diciembre de 2013
martes, 5 de noviembre de 2013
lunes, 28 de octubre de 2013
Por Pablito
La existencia resulta a veces tan insignificante, vacía, efímera, deliberadamente desaprovehada que nos olvidamos de todo lo que hay fuera de nosotros - entes-.
Y así como es, llega un fue. Caminas un día entre Carlitos y los angelitos, pudiendo rastrear entre el polvito panteonero los momentos en el pasado en que dejaste de vivir por tristeza, soberbia o ingratitud... y no es hasta ese instante cobarde, que eres capaz de hacer pacto y trueque con la Catrina: suspiro por respiro; todos aquellos que dejaste de dar para regalárselo a cualquiera de esos bebitos y obsequiarles un mínimo - o máximo según tu grado de desperdicio- de felicidad eterna.
Desde el alma, una disculpa a los angelitos por el tardío descubrimiento.
viernes, 18 de octubre de 2013
De almendras amargas
Me remite por que quiero, por libre antojo, por bruja egoísta, por que poseo la convicción firme de que la mente amarra y mantiene cerca, que el recuerdo es vida cuando se reconstruye desde el alma y esquiva cualquiera de tus -ya probados- métodos de escape.
Si no tiene principio ¿porqué habría de aceptar el fin? Si los deseos me fluyen desde lo más recóndito del ser, volar, cimentarme, obsequiarle realidad, coexistir, convertirme en tu más bendito súcubo ... Quién suelta qué hasta dónde. Por qué.
*Te escribo desde la raíz de mayo, de donde fueron colgando apresuradas almendras amargas. Porque a saber (sí que lo sabes): partiendo de tus estrellas de octubre, desde la grada blanca, la Fridita abandonada, o tu besito empapado de sonrisas, éstas letras no serían.
Puntos suspensivos.
martes, 24 de septiembre de 2013
Auxocromo
Y decirte, mi niño, que el cielo amaneció de nubes abiertas, con indiscretas pinceladitas multicolores. Que el aire mece, el viento pesa, y que a primeras penas, entinta tu imagen en mi.
sábado, 21 de septiembre de 2013
Yo no puedo tenerte ni dejarte
Yo no puedo tenerte ni dejarte,
ni sé por qué, al dejarte o al tenerte,
se encuentra un no sé qué para quererte
y muchos sí sé qué para olvidarte.
Pues ni quieres dejarme ni enmendarte,
yo templaré mi corazón de suerte
que la mitad se incline a aborrecerte
aunque la otra mitad se incline a amarte.
Si ello es fuerza querernos, haya modo,
que es morir el estar siempre riñendo:
no se hable más en celo y en sospecha,
y quien da la mitad, no quiera el todo;
y cuando me la estás allá haciendo,
sabe que estoy haciendo la deshecha.
SOR JUANITA INÉS
miércoles, 4 de septiembre de 2013
Hecho raíz (sí, con H)
¿Nunca has entrado a un espacio
ajeno y has sentido todo completamente extraño y descuadrado?, ¿Las distancias distorsionadas,
el sillón incómodo, el ambiente saturado e incluso los colores indefinidos?.
Pero al pasar un mínimo de una hora ahí, los sentimientos dan un giro, (eso sí,
imperceptible): conoces con exactitud la distancia entre ti y el baño, un
sillón o una cama muy confortable y hasta podrías nombrar la diferencia entre
el beige número 3 y el hueso de las paredes.
Pero ahora, cuando no sólo es
una habitación sino una ciudad entera a la que hay que acostumbrar el cuerpo y los
sentidos, todo se complica, no sólo porque hay que agudizarte para interiorizar
lo más pronto posible todo, también porque está sobreescrito que habrás de
dejar atrás espacios ya digeridos. De entrada la capacidad de asombro nunca la
pierdes, los ojos pueden derramarse en el descubrimiento de las cornisas de los
edificios, en el físico de las personas, en la nomenclatura de las calles o en
la ubicación de los bares.
Pasados los momentos perdido en
el centro (donde todo es igual) y buscando la ubicación del sol para encontrar
tu norte referencial en el “sí, soy de allá”, no pasarán más de 7 días para que
logres abstraer un mínimo de supervivencia. Entonces sí, abrirás la puerta del
departamento y respirarás algo que ya conoces, las tazas y platos se parecerán
a ti, el sabor del agua de la regadera ya no será tan ácido, el número de calles que caminarás para llegar
a tu destino parecerá normal e incluso las personas que cruzas en los bares los
viernes simularán tus amigos.
Las caminatas, las risas, las
experiencias , y llegará el momento para irte (o volver). Si logras dejarlo
todo y regresar a tu espacio anterior con sólo una mochila cargada de alegría,
entonces no has aprendido nada; si en cambio, das el último paso sintiendo que
has dejado parte de tu esencia en aquellas tazas despostilladas y en las bancas
del parque, entonces habrás echado raíz. Como si el alma se partiera en
trocitos y se esparciera en cada esquina
donde reíste al descubrirte pleno y feliz.
Digo que instintivamente
es fácil apropiarse de los espacios, pero al partir no tienes porque
desprenderte y arrancar de tajo el recuerdo de aquella puerta azul. No olvidar
que el beige era número tres y que te llevaba quince pasos y una media vuelta ir al baño, será la razón perfecta para ir a
visitar el alma y regar tus propias raíces.
martes, 20 de agosto de 2013
En la soledad de la distancia
¿Cuántos acurrucos hacen falta para dormir a cientos de kilómetros en una cama angustiosamente ancha?
viernes, 2 de agosto de 2013
martes, 9 de julio de 2013
con cada gota
La lluvia apachurra, divide, abraza, indaga, desgarra, aisla, corrompe, destiempa, alivia, descubre, aflora, explaya
el alma
viernes, 28 de junio de 2013
.
...y si me tejo al paisaje ¿florecería con cada lluvia en el verde?
Echando raíz a deshoras, coloreándome a tiempos indistintos y cuidando con recelo el pistilo para renacer -deliberadamente- sólo de mi.
Echando raíz a deshoras, coloreándome a tiempos indistintos y cuidando con recelo el pistilo para renacer -deliberadamente- sólo de mi.
martes, 7 de mayo de 2013
En la borra
*Te encuentro forma en la borra del café de cada mañana; cuando son tres, o cuatro tazas al día asemeja a un flipbook, donde esperas, me adviertes desde abajo, sonríes y corres cada vez más cerca.
*( entre los polvos indefinidos sé que eres tú, pues conozco de antemano cuánto te seduce el azúcar, los lugares cálidos y diluirte en mi lengua)
jueves, 2 de mayo de 2013
miércoles, 13 de febrero de 2013
Si Valentín...
Dichosos
los que abusan de éste día para gastar y
dejarse desgastar a ratitos; que abrazan, apretujan, besuquean, apapachan, restriegan
y se tiñen la lengua de rojo y chocolate, dichosos sean un día.
Si
Valentín viviera se riera de ser el pretexto a tal ultraje del amor. En el
super ni se puede andar, en la calle no se puede comer, los vendedores de globos tantito más y se
elevan, y los de las rosas tipo "Mujer con alcatraces" de Rivera… ¿Qué no sabe usted que ni con
aspirinas las rosas viven más de tres días?.
Hay
cositas que no cuestan como la luna y las estrellas, por más regaladas que
estén nunca dejarán de ser el obsequio más hermoso, utópico y único, no se
olvide de que cada cara le pertenece a cada cual; abrazos, besitos y
preservativos de 3 x 50 (si no para noviembre le sale más caro el caldo que las
albóndigas). Cartitas de corazonsitos, mensajitos sopresa, piojito para que se
duerma, vales de sonrisas garantizadas…
Además,
¿Qué le festeja a ese Cupido?, tan sabroso que es echarle la culpa de todos los
malos tinos. Con sus infinitas equivocaciones deberían de ponerle hilo de fácil
uso integrado a cada flecha que lanza, por aquello de las desemparejadas.
No
es momento de hablar aquí de lo que el amor significa, sino de en qué cosa lo hemos convertido: objeto
de fácil uso, de sencilla posesión, de palabras sin trasfondo, de manejo
desinteresado. Si el amor son corazones rojos empolvados entonces no lo quiero,
prefiero las lunas agridulces las 24x7, las florecitas arrancadas del jardín de
la vecina, las camas destendidas, la cocina para dos, la felicidad ingobernable,
las distancias acortadas… entonces sí, Valentín sería la causa de nada y el
resultado (infinito quisiera) de todo.
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